PNEUMATOLOGIA

Principio básico:
Creemos en la personalidad y deidad del Espíritu Santo (Mateo 28:19; Juan 14:16; 15:26; Hechos 5:3,4), que El inspiro las Sagradas Escrituras (2ª Timoteo 3:16; 2ª Pedro 1:21), que El ha sido enviado por el Señor Jesucristo y por el Padre para convencer al mundo de pecado (Juan 16:8-16), para ser el agente divino en el nuevo nacimiento (Juan 3:5-8), nuestro guía (Romanos 8:14), nuestro maestro (Juan 16:13; 1ª Corintios 2:13) y revestimos de poder para llevar una vida victoriosa sobre el pecado (Romanos 8:3,4).
Según la revisión:
Creemos que el Espíritu Santo es una Persona divina, la Tercera Persona de la Trinidad. Creemos que El fue enviado por el Padre y por el Hijo para convencer al mundo, para regenerar y revestir de poder a aquellos que confían en Cristo, para bautizarles dentro del Cuerpo de Cristo, para sellarles para el día final de redención, para guiarles a toda verdad, para llenarles con su presencia para una vida de santidad y victoria y, para capacitarles para el servicio. Creemos que los dones espirituales provienen de El para que los creyentes cumplan con su respectiva función dentro del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
Comentario:
El principio doctrinal  sostiene diez puntos acerca de la Persona y obra del Espíritu Santo, las cuales pensamos que son necesarios e importantes de clarificar.
Primero, creemos en la deidad y en la personalidad del Espíritu Santo. Siendo la Tercera Persona de la Trinidad, necesariamente su naturaleza es divina. La Escritura enseña tanto la personalidad como la divinidad de Espíritu Santo (Hechos 5:3,4; Juan 13:14); creemos que El es mas que una mera fuerza o influencia impersonal en el mundo.
Segundo, creemos que el Espíritu Santo fue enviado desde el Padre por medio de Jesucristo para un ministerio especial en el mundo (Juan 14:16,17,26). Esto no quiere decir que el Espíritu Santo no haya tenido un ministerio en el tiempo anterior a la venida de Jesucristo, sino que queremos enfatizar que el Espíritu Santo esta ahora en el mundo cumpliendo un ministerio divino, que es especial en la presente edad.
Tercero, sostenemos que, aunque el Nuevo testamento se refiere primariamente al ministerio del Espíritu Santo para con los creyentes, no existe un ministerio que El lleve a cabo con el mundo como un todo. El es el que convence de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:8-11). Este ministerio preserva la sensibilidad moral en un mundo corrupto por el pecado.
Cuarto, creemos que el Espíritu Santo regenera y mora en aquellos que confían en Cristo. El es el Agente que imparte la vida de Cristo al creyente (Juan 3:5-8; 6:63) en razón de residir permanentemente en cada creyente (Juan 14:1,17; 1ª Corintios 3:16,17; 6:19-20). Ningún cristiano verdadero posee la vida eterna, que es la vida de Dios, si no es por la obra del Espíritu Santo.
Quinto, creemos que el Espíritu Santo bautiza a cada creyente en el cuerpo Espiritual de Cristo en el mismo instante que el creyente recibe la salvación por su fe en Cristo (1ª Corintios 12:13). No creemos que se debe confundir el bautismo del Espíritu Santo con el ministerio de la llenura del Espíritu Santo. El bautismo del Espíritu Santo es un ministerio Espiritual mas que una experiencia, por medio del cual Dios introduce al creyente dentro del Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Esta es la obra que Dios hace con y para el creyente, mas que una mera experiencia.
Sexto, creemos que el Espíritu Santo sella a cada creyente para el día de la redención final (Efesios 1:13,14). Ya que la obra de Dios de redimir al creyente no es completa en el momento de la conversión, ni aun en esta vida, Dios nos ha dado su Santo Espíritu como garantía y anticipo de la redención final.
Séptimo, creemos que el Espíritu Santo guía a cada creyente al conocimiento de toda verdad (Juan 14:26; 16:13). El es el Agente divino que abre la mente del creyente para que entienda las Escrituras y la verdad de Dios. Esto no quiere decir que el creyente sea infalible en el entendimiento de la verdad. Significa mas bien, que el creyente, con la ayuda del Espíritu, es capaz de percibir una correcta perspectiva de la realidad, usar su mente en forma correcta ante un inconverso, que no tiene el Espíritu y no es capaz de hacerlo.
Octavo, creemos que el ministerio del Espíritu Santo es llenar a cada creyente para que pueda vivir una vida de santidad y de victoria sobre el pecado (Efesios 5:18). Como el Espíritu llena y controla progresivamente la vida del creyente, la voluntad de Dios, que es nuestra santificación (1ª Tesalonicenses 4:3), es progresivamente perfeccionada en su vida. Es deber del cristiano rendirse al control del Espíritu y caminar de acuerdo al Espíritu para que el fruto del Espíritu pueda ser manifestado en su vida. (Gálatas 5:16-25).
Noveno, creemos que así como el Espíritu Santo llena al creyente. El también reviste de poder para que testifique y le sirva (Hechos 1:8). Es evidentemente claro en la vida de los apóstoles, que personalidades débiles y temerosas fueron transformados en testigos intrépidos y persuasivos por el poder del Espíritu Santo (Hechos 2:14,37; 3:12; 4:8,31; 6:8; 9:20-22). La historia de la Iglesia esta llena de ejemplos como los de los apóstoles, de personas que recibieron poder que les capacito para cumplir una obra poderosa para el Señor. Este poder viene únicamente del Espíritu Santo.
Décimo, creemos que el ministerio del Espíritu Santo es el de proveer de dones espirituales al pueblo de Dios para que en muchas formas el ministerio de la Iglesia pueda ser cumplido con orden y bien concertado (1ª Corintios 12:4-11). Cada uno de los dones Espirituales están enumerados en 1ª Corintios 12;8-10, 28-30 y Romanos 12:6-8. Algunos dones son mas importantes que otros (1ª Corintios 12:28-31). Todos los dones deben ser ejercidos bajo el control benéfico del amor (1ª Corintios 12:7-10) y en una forma ordenada (1ª Corintios 14:33,40). No ensalzamos los así llamados dones "señales" sobre los demás ni afirmamos que el don de lenguas sea la prueba de ser lleno del Espíritu (1ª Corintios 12:28-31). Creemos que todos los dones deben funcionar en el contexto del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23).

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